MEXICALI, Baja California.- El invierno y el inicio de la primera son conocidos como el beisbol de estufa, espacio en el que los equipos de las Grandes Ligas pactan cambios y los agentes libres encuentran nuevos destinos.
Transcurría la primavera de 1996 y el actual manejador de los Águilas de Mexicali, el dominicano Félix Fermín, estuvo cerca de ser parte de un cambio que pudo darle un giro a la historia del beisbol como lo conocemos ahora.
Fermín, en aquel tiempo con los Marineros de Seattle, estaba en su noveno año en la gran carpa y los Yankees estaban dispuestos a realizar un cambio por un novato que no lo había hecho muy bien un año atrás: Mariano Rivera.
“En ese momento yo sufrí una lesión, por eso fue que no pase a los Yankees, pero ya me habían informado que era posible que me fuera, pero parece que para los Yankees y Dios, no quiso que yo fuera cambiado por un posiblemente Salón de la Fama”, dijo Félix Fermín.
El panameño Rivera venía de una temporada de novato en 1995 en la que dejó marca de 5-3 con una efectividad de 5.51 en carreras limpias permitidas, todo en 19 juegos, diez de ellos como abridor.
Otro de los factores que impulsó a que la directiva de los Yankees se entusiasmara con el cambio, era que los jugadores de cuadro, Tony Fernández y Pat Kelly, se habían lesionado y las esperanzas quedaban depositadas en otro novato de nombre Derek Jeter, quien había debutado en la temporada anterior.
Jeter apenas vio acción 15 juegos en la temporada 1995 con doce imparables, siete carreras remolcadas y cinco anotadas.
El cambio parecía inminente, pero la gente de Nueva York ya estaba comprometida por su prospecto Jeter y terminaron por convencer en una reunión al dueño, George Steinbrenner de quedarse con el paracorto.
Aunado a eso, la lesión de Félix Fermín terminó por evitar el cambio que pudo llevar a Mariano Rivera a los Marineros de Seattle.
“Yo sufrí una lesión de la que ya no pude regresar más que dos campañas, pero son cosas de Dios y me sentí bastante bien, no solamente por Mariano, yo fui cambiado también por Omar Vizquel, otro que pudiera llegar al Salón de la Fama”, agregó.
Al final de cuentas, la temporada de 1996 fue la última de Félix Fermín en las Grandes Ligas, pero en lugar de hacer con el traje de rayas, lo hizo con los Cachorros de Chicago.
Fueron diez años para el dominicano el mejor beisbol del mundo en los que acumuló 903 juegos con 207 carreras producidas, 294 anotadas y 718 hits.
“Si Dios me dio la oportunidad de durar diez años en el mejor beisbol del mundo, me siento muy complacido”, añadió.