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Monterrey, Nuevo León.- Cuando apenas tenía nueve años, Randal Willars tuvo que tomar una decisión que marcaría su vida. Si, en plena infancia, el bajacaliforniano dejó su natal Rosarito para irse a la capital del país en busca del sueño olímpico.

El deseo de llegar a unos Juegos Olímpicos, llevó a Willars a la Ciudad de México para entrenarse con Ma Jin, quien ha llevado también la carrera de la medallista olímpica Paola Espinoza.

Su introvertida forma de ser contrasta con la actitud que toma dentro de la fosa de clavados, no es de su agrado grabar cápsulas y tomarse fotografías, pero atiende con respeto las solicitudes de la prensa.

“No me gustan las fotos, casi no me gusta eso de las entrevistas, pero las hago con gusto, no es lo mío, si me gusta que se reconozca mi esfuerzo, pero ya con mis amigos y en la alberca ya soy más relajado”, dijo.

En la Olimpiada Nacional que se celebra en Monterrey, Nuevo León, Willars llega con la etiqueta de ser considerado uno de los mejores clavadistas del país y como una seria promesa para este deporte.

Randal Willars

Es quizá eso, lo que hace que tome con mayor seriedad la justa nacional en la que todas las miradas apuntan a la nueva figura de los clavados.

“Cuando estas en una competencia internacional, el competir contra otros atletas de otro países es algo muy padre y también se disfruta. Venir a la Olimpiada Nacional, para mí, es más difícil porque uno se siente obligado a dar el resultado”.

Los primeros dos días dominó las pruebas y se llevó par de oros desde el trampolín de un metro y la plataforma, pero en su última día de competencia, Juan Cervera de Yucatán le arrebató la oportunidad de irse con los seis oros.

“La medalla o el color no me importa, en si mi participación no fue del todo buena”, añade, con una profunda autocrítica tras su última presentación.

“Fue una mala competencia. En competencias nacionales si tiras mal o fallas, no pasa nada, el punto es que cuando sea la buena no pasen ese tipo de cosas, aquí es foguearse y que no se repitan esos errores”.

Dentro de tres años, Randal Willars tendrá 18, para entonces habrá pasado la mitad de su vida dedicada al alto rendimiento pero sabe que todo tendrá su recompensa, pues no duda ni un solo segundo en responder cuál es su siguiente objetivo.

“Mi meta es ser campeón olímpico, el proyecto es ir a Tokio 2020, me estoy esforzando en hacer todo lo posible para ir y sobretodo hacer un muy buen papel estando allá”.

Competidor en todos los sentidos y con la certeza de que la decisión que tomó a sus nueve años fue la correcta, el rosaritense se inspira de todos para cumplir sus sueños y subir al podio en unos Juegos Olímpicos. “Trato de agarrar lo bueno de cada deportista y que se vea reflejado en mi”.

 

Cronista deportivo con más de diez años de experiencia. Ha trabajado para La Crónica de Baja California y La Voz de la Frontera. Contacto: gilberto.giron@expresodeportivo.com

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