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Hace tiempo que intento escribirte esta carta. Y no lo había hecho no porque se me hiciera difícil, o porque no me salieran las palabras, sino porque estoy disfrutando la vida. Una vida distinta, ni mejor ni peor, simplemente distinta.

Durante 30 años, la vida la viví a través de ti, a través de la necesidad de estar contigo. De disfrutarte. De jugarte. Durante todos estos años las decisiones más difíciles las has tomado tú por mí. Me alejaste de mi familia, pero me acercaste a otras, las escuelas las elegiste tú, mis amigos me los pusiste tú en el camino, la comida me la serviste tú, a las ciudades en las que viví me mandaste tú, ¡hasta me apartaste de alguna que otra novia! pero también sin duda fue gracias a ti que conocí al amor de mi vida, con la que juntos comenzamos una hermosa familia.

Así que hoy, después de tanto tiempo, por fin he logrado sentarme a escribir y solo me sale decirte: ¡GRACIAS! Así, en mayúsculas ¡GRACIAS!

Gracias por todo lo que me has dado. Esta vida —que casi se me acaba aquel ya lejano 31 de enero— la he tenido y he disfrutado gracias a ti. Y también gracias a ti, hoy puedo disfrutar aún más a mi familia.

Mil veces querría volver a nacer y volver a vivir esta vida que me diste. No tengo nada que reprocharte, solo agradecerte.

Y aunque seguiré disfrutando de ti, ya no será lo mismo, porque para mi mala fortuna, mí cuerpo no me lo permite más. Sí, fue un golpe duro el que me di, y es por ello que dejaré de jugarte.

Pero citando una de las canciones de René, “le dije a mi coraje, antes que te de calambre cocíname las ganas que mis sueños tienen hambre”, así que aquí seguiré, disfrutando de ti. Pero ahora desde el otro lado de la línea, del lado en el que se disfruta viendo jugar a los demás y aprendiendo del juego.

Es por eso que aquí seguiré sí con otra vida, sí con otros sueños, pero junto a ti, y sé que pronto, volverás a marcarme el camino que debo seguir.

Gracias a todos y cada uno de ustedes, los que se preocuparon por mí y pidieron por mí. Gracias de verdad.

Gracias Adidas por confiar en mí.
Gracias Jersy Nay, Monarcas, Venados, Jaguares, Puebla, San Luis, Querétaro, Xolos y Selección Mexicana, por permitirme formar parte de su historia. Gracias a todas esas personas que me han ayudado en este proceso de recuperación.

Gracias familia, amigos, jugadores, entrenadores, doctores, rehabilitadores, enfermeros y medios de comunicación. Gracias Arturo, Robert, Nacho y Jorge.

Gracias mamá, gracias papá, gracias hermano, gracias cari, gracias Nuno, gracias Lau, gracias suegros. Perdón Cheque, sé que te dije que volvería. Por siempre estarás
presente hermano. Gracias infinitas para ti.

¡GRACIAS FUTBOL!

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